¿Dónde está la Patria? ¿Dónde la Historia?
párrafos del Tomo Introductorio de “Los expedientes del Valle de Santiago” (pág.146).

Cuando hablamos de LA PATRIA, también decimos LA MADRE PATRIA; y también por una simple cuestión de autoestima podríamos decir: EL PADRE MATRIA, EL PADRE MARTIR o EL PADRE MARTIRIZA, y tantas cosas más por el estilo, que naturalmente por más que parezca y sea el juego indisoluble del hombre y su mujer, descubren en la palabra PATRIA, el clamor de todos los clamores, el anhelo de todos los anhelos, de todos los tiempos y géneros sentidos.

Es un núcleo de afectividad, de identidad tan formidable, que si no fuera natural, innato, difícilmente podría eso que llamamos a veces limitadamente "cultura", nutrirlo en situaciones deficitarias.
Paradojal, el sentimiento PATRIO, como todos los más profundos sentimientos, se agiganta en las condiciones más deficitarias.

Esto señala que adentro nuestro está la raíz PATRIA; y que esa raíz está viva suscitando nuestras elecciones, nuestra sinceridad, nuestra prudencia, nuestras valoraciones, nuestros esfuerzos, y sin duda nuestra permanencia.

La permanencia no es mera tozudez.
La permanencia es aquella instancia que más facilita la identificación de nuestros afectos;
y es freno a "ismos" e ideologías, que por cierto también movilizan, pero siempre a lejanías.

Existir implica lejanía; tanto como persistir, resistir, consistir, insistir, asistir, "cercanía"; y en todos ellos el hombre y la mujer sus esfuerzos elevan;
y esa elevación de esfuerzos, eso sí es “Historia".

Los siguientes textos: a Blas; regalo de reyes; al establo; al jardín y a Odell, desde aquí se vinculan.


Fábula
no aprendida
navegué la vida;

fascinado,
miré la profunda
intuición
revuelta.

Lo incomunicable
dejó mis ojos
blancos.

...

Mis ojos se niegan
a la distancia

prefieren la presencia
fortuita y cercana;

mis ojos no creen
en las montañas,

ni en el don del sol
en los desiertos.

Sólo la oruga
sobre el pétalo.

Ningún caballo
trota ya
en la orilla
del mar.

...

Como ayer, las princesas

herederas por sangre
de toda divinidad

se han hecho construir
un palacio de hierbas

en la foresta.

 

Blas Castagna

 

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