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Providencias que me alcanzan Renata y Julián desde India; conmovidos por lo sagrado y lo develador, juntos

Es este un lugar difícil de ver, de entender, de entrar y de asimilar. Hay imágenes muy fuertes por todos lados, en cada rincón. Aún no puedo quitarme de la cabeza una en particular. Veníamos viajando en bus desde Banbasa, un pequeño pueblito a 5 kms de la frontera occidental entre India y Nepal, hasta Jaipur, capital del estado de Rajastán. Era un viaje largo, de 19 hs, despues de un otro anterior, de 18 hs, que nos llevó desde Katmandú (capital de Nepal) hasta dicha frontera.
Compartíamos el asiento Haluk (nuestro compañero de viajes turco), Julián y yo. Yo iba contra la ventanilla. Al caer el sol ya el aire se pone muy frio en esta época, así que nos apretamos y cubrimos con las bolsas de dormir abiertas, usándolas de mantas. Ibamos algo incómodos. El asiento era chico y en ángulo de 90 grados. Nada de reclinable. Los indios gritaban, comían y escupían en el piso del bus.
Calculo que serian las 12 de la noche cuando nos detuvimos en una especie de parador donde vendían chai (te con leche y especias) y algunas cosas para picar. Yo estaba dormitando pero en ese momento me desperté. Mire por la ventanilla y vi esta imagen que no me quito de la cabeza. Un hombre que para mis ojos tendria unos 35 años pero puede haber tenido 20 o 45; estaba sentado a la india (con las rodillas flexionadas, las plantas de los pies en el piso y la cola colgando) tan cerca de un fuego, un fuego chico que había logrado hacer quemando unas pocas basuras juntadas. Estaba casi encima de ese fuego, metiendo sus manos entre él, acariciándolo, ahumándose. Todo era oscuridad y eso era casi lo único que yo podia ver. Esa cara flaca y cuerpo acurrucado iluminada por las llamas. Hacía mucho frio y este era su único abrigo. Sin embargo no había expresión de sufrimiento en su gesto. Me di cuenta que estaba haciendo algo que hacia cada dia, y estaba tranquilo.
No se por qué me impresionó tanto esta imagen. Era una escena de pobreza, de tristeza, de desolación. Vengo de un pais pobre en el que se ven cosas desgarradoras a diario. Donde la pobreza, la marginalidad, la miseria y el hambre existen desde hace décadas. Pero hay algo en esto otro diferente. Tal vez es una pobreza más antigua, más aceptada, más naturalizada. La mayoria de la poblacion no tiene cama ni casa donde dormir, pero no hay problema, dormir se duerme en cualquier lado. Ahí en la vereda, donde te agarra el sueño, sin más que lo puesto, sin siquiera necesitar un poco de papel de diario para separarse del suelo. La vida pasa entonces a transcurrir al aire libre y a la vista de todos. Dormir, lavarse, ir al baño.
Todo transcurre a la vista y es por esto también que no hay reparos en mirar cuando algo sorprende. Otra vez; vengo de una cultura muy diferente. Una cultura cristiana, dominada por el pudor, la culpa y el ocultamiento. Donde lo natural es tabú. Donde nos enseñan a no mirar y menos señalar aquello que llama nuestra atención. Estas normas aquí no corren. "En Occidente nada es sagrado pero todo es oculto. En Oriente todo es sagrado pero nada es oculto."

Un abrazo fuertísimo, Renata
 

Esta carta terminó en el enlace de Renata y Julián en "Al maitén" un 12/2/08. Ver sus imágenes en el video de 768 Kbps. y 2Mbps

Reenviado este mail a una vecina amiga, responde:

Estimado Francisco, India es una escuela, no es turismo; quien llega como turista, suele espantarse; pero quien llega abierto, tiene la dicha de recibir, lo que su amigo le describió; hay alegria en la gente, hay simpleza, hay respeto a la naturaleza y no hay escalas divinas, todo lo creado es divino; porque la divinidad no es cuantitativa, el Hombre no es más, es parte de un todo.

Tengo la alegria en mi alma de haber estado tres veces en India, así que lo que me mandó es también una respuesta para mi, me confirma que estoy con la gente correcta, en mi primer viaje, pasé primero por Suiza, donde todo era ordenado y casi perfecto, en donde hay zonas habilitadas para drogarse y la gente vive en "ordenada " distancia humana; al llegar a India, vi lo opuesto, todo se comparte y se mezcla, el desorden es su riqueza, en él hay de todo, hay alegria al lado de la muerte, la pérdida es sólo otra oportunidad, la esperanza está siempre, las miradas son tranquilas, cantan y sonrien siempre, la abundancia la ven en la naturaleza, son inmemsamente ricos, se mueven en familias, y llevan consigo a sus dioses, que generosamente comparten.

India regala imágenes, regala sonidos y aromas que no se olvidan. No hay miseria, hay mucha humanidad.
Gracias por compartir
Silvia S.

 

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Enlace de Renata y Julián en "Al maitén" un 12/2/08. Ver sus imágenes en el video de 768 Kbps. y 2Mbps