Alflora Alflora 0 . 1 . 2 . 3 . 4 . 5 . 6 . indexalflora . index general . . galería fotográfica En la riqueza de Alflora Montiel parecían contar sólo su pobreza y sus cimientos, estos que muestran sus pies junto a los de su Madre Sotera Vivero. A mi parecer, ambas de muy lejano origen protomalayo, estas dos mujeres paraguayas nacieron y murieron en este mismo lugar al que haré referencia en las imágenes que siguen a las aguas del arroyo Canguery. El lugar, denominado Compañía Simbrón, está conformado por un centenar de pequeños caseríos enclavados en las faldas de un pequeño cerro al Este y equidistante de las antiguas localidades de San Roque González y Quiindy. Sus empobrecidas tierras arenosas reconocen labranzas de muy antigua data. La parcela familiar viene de la heredad del Padre de Alflora Montiel. Su Madre recientemente fallecida a los 95 años, vivió allí toda su larga Vida matrimonial. Su Hija Alflora, su esposo Silvino y sus nietos que aquí nacieron y permanecieron, amasaron en soledad extensos derechos posesorios de usucapión que hoy les caben en tan antigua heredad. Hoy, su esposo Silvino Ozorio Mascareño que enviudara de Alflora hace 3,5 años, permanece en el lugar junto a sus hijos Martina de 20 años, Carlos Rafael de 17años, y Silvina, la hija mayor que aquí naciera cuando Alflora contaba sólo 15 años. Esta pequeña parcela de aprox. 5 Has. alcanzó su pobreza para alimentar a los 8 hijos de la familia de Alflora que a los 48 años de edad falleciera; mereciendo tenerse en cuenta la calidad y dimensión de sus sacrificios. El último año, el producido de la huerta y la leche de una vaquita alcanzó a Silvino la suma de 800.000 guaraníes; ésto es 500 pesos argentinos o US$165. Trabajó doce horas diarias a razón de 10 centavos la hora. Cultivó mandioca, algodón, maní, porotos, verduras y cítricos. No obstante su pobreza, tal es su entereza que fue elegido presidente de la cooperativa escolar de la escuela del cerro. Bondad humana que cualquiera de estas imágenes en ajustada medida traducen. Aquella frase “bienaventurados los pobres de espíritu”, regala en estas circunstancias motivos para sentir, cuánto enriquecimiento aportan hoy, al menos a mi Vida, estos entrañables Hospedajes; que permiten sentir algo del valor de nuestros propios cimientos ancestrales que sin duda conocieron milenios de pobrezas similares y aun mayores. Después de permanecer junto a ellos tres noches y tres días he vuelto a casa conmovido del amor propio profundo que en silencio sostiene a estas Vidas. Descendiendo de los manantiales del cerro, las aguas de este arroyo fluyen camino a los grandes cursos que llevan las aguas a nuestro inmenso estuario. Así estas Vidas. Béndecidas desde enormes capitales de Gracia que les impide desfallecer. "Bendícenos Mamá este Hogar" . Conserva Querida Alflora Tu Fuego en Ellos
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