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Textos y vínculos que siguen sobre los ranqueles

http://www.indigenas.bioetica.org/nota26.htm

http://www.primerodeoctubre.com.ar/archivo/historia/ranqueles.htm

http://www.arteargentino.info/etnias/2/

La iniciativa de la Asociación Pampeana de Escritores, de realizar charlas sobre nuestra historia regional durante setiembre*, nos permitió ejercer dos principios básicos para transitar esta grave situación como región, como país, como comunidad: la solidaridad y la memoria para con el pueblo ranquel, que debió experimentar la suprema tensión de enfrentar la propia desintegración de su cultura y también la disolución de su historia.

El basamento bibliográfico que existe sobre el tema está fundamentado casualmente, por quienes derrotaron a los indios creyéndose luego con derechos.
Claro, el pesimismo antropológico que condenaba en el Siglo XIX a los indígenas a la extinción por ley fatal de la evolución se hallaba sólidamente afianzado en el imaginario de las elites metropolitanas.

Y en este sentido, hay un caso paradigmático que hoy tiene mucha significación aunque fue un hecho menor en la larga porfía entre indios y cristianos. Fue casi una escaramuza a destiempo, cuando la línea de batalla se había corrido a la Patagonia y en La Pampa ya se había consumado el despojo.

Es el combate de Cochicó. O mejor dicho, los hechos que confluyeron en la jornada de Cochicó, del que se cumplieron 120 años el 19 de agosto.

En 1878 el gobierno nacional debía renovar el tratado de paz firmado con los ranqueles seis años antes. La condición central para la renovación era si no se habían observado quebrantos de parte de los indios a los puntos convenidos.

El mismo General Roca debió reconocer que debía realizarse por la fuerza, por no existir ni un motivo en su contra. Se firma la renovación y casi en los mismos días en un suelto del diario La Prensa se desnudaba elocuentemente la perspectiva para los próximos meses en la cuestión indios:

“Estamos como nación empeñados en una contienda de razas en que el indígena lleva sobre sí el tremendo anatema de su desaparición, escrito en nombre de la civilización. Destruyamos, pues, moralmente esa raza, aniquilemos sus resortes y organización política, desaparezca su orden de tribus y si es necesario divídase la familia. Esta raza quebrada y dispersa, acabará por abrazar la causa de la civilización”. Y finalizaba “Las colonias centrales, la Marina, las provincias del norte y del litoral sirven de teatro para realizar este propósito”.

Roca había solicitado ante las Cámaras en 1877 dos años para finiquitar el problema del indio: uno para preparase y otro para ejecutar el plan, conocido luego como La Conquista del Desierto.

En este contexto se firma el nuevo tratado de paz de 1878, sabiendo de antemano el gobierno que no lo cumpliría.

Así, a los pocos días, un contingente de más de cien guerreros ranquelinos, se dirige a Villa Mercedes de San Luis a cobrar las raciones estipuladas en el pacto. Debían retirar también elementos para labranza, sueldos para los principales caciques, ganado en pie y los denominados “vicios” para el reparto tribal. Iban en son de paz, acompañados de sus mujeres e hijos a disfrutar los beneficios de la tan ansiada paz.

Y aquí aparece la figura de José Gregorio Yancamil como enviado plenipotenciario, representando al cacique general Epumer, su tío.

Yancamil pertenecía a aquel grupo de personajes influyentes de tierra adentro que sostenían la paz con el cristiano. Hasta se había casado cristianamente a instancias de un franciscano como muestra de voluntad amistosa.

Llega al frente del grupo y a una legua de Villa Mercedes, en Pozo del Cuadril, donde existía un reten militar de avanzada, son encerrados por las tropas, quedando más de cincuenta lanceros muertos sin poder haberse defendido. Casi la totalidad de los sobrevivientes quedan malamente heridos. Entre ellos, niños y mujeres.

Yancamil queda prisionero y reponiéndose de sus heridas, mientras que las familias integran luego un contingente de prisioneros que son llevados a la zafra tucumana. Tránsito Gil, la mujer de Yancamil y sus dos hijitas también son llevadas.

Ninguno de los ranqueles enviados a Tucumán regresó, ya que en poco tiempo desaparecieron embrutecidos por el alcohol, los castigos de sus capataces y las condiciones infrahumanas de explotación en los ingenios.

El extrañamiento de ranqueles a Tucumán y los hechos de Pozo del Cuadril son prácticamente desconocidos en la actualidad, y bien se cuidaron los biógrafos de la conquista de comentar siquiera tamaña traición. Pero el agua tenaz de la verdad siempre halla una fisura para derramarse, y nos explica la mudanza de posición de Yancamil. Perdida su tierra, desaparecida su familia, disperso su pueblo, sintió lo irreparable de la tragedia.

Yancamil queda prisionero y las tropas nacionales ocupan La Pampa a sangre y fuego. Meses después consigue un permiso de las autoridades para la libre circulación en la frontera. De a poco comienza a internarse en La Pampa y con algunos dispersos se establece rumiando venganza en las márgenes del Chadileuvu, más en ánimo de hurto que de guerra. Robaba cuando podía algún caballo para mantener a sus famélicos seguidores.

Mientras tanto se funda Victorica... seis meses más tarde, un lluvioso 19 de agosto de 1882, se consumaba el ultimo hecho de armas de la dilatada guerra al indio en La Pampa.

Los exagerados partes militares magnificaban la jornada. La documentación exhumada recientemente prueba lo contrario, sólo sirven para salvar difusos honores de entorchados estrategas de salón que accionaron con mucha pompa pero sin gloria.

Después vinieron otras formas más sutiles de exterminio en la construcción de un país oficial y aséptico. Desdeñado, olvidado, desplazado a los márgenes de las mejores tierras, el pueblo ranquel debió experimentar nuevos atropellos. Los poderosos tenían que resolver el obstáculo del remanente indígena retardario; había que ciudadanizarlo rápidamente, borrando todo atisbo de indigenismo, enmascarando identidades.

Y se trabajó fuertemente en ese sentido. Se les quitó el idioma como elemento inútil y vergonzante, se rompió la organización social ancestral destribalizando y quitando sentimientos de pertenencia. Se los omitió hasta en los censos oficiales de población.

La traición sistemática sufrida, el doble discurso y la imposición de políticas de felonía desde lejanas metrópolis con la complicidad de la elite vernácula, dio por resultante la transculturación y disolución de aquella sociedad.

De Petris

 

[1] Breve tramo de la versión presentada a las Cuartas Jornadas de Historia y Cultura Ranquelinas celebradas en La Carlota (Córdoba) entre el 30 y 31 de octubre de 1998. Está inspirada en partes de un trabajo mayor titulado ‘¡Vivan los indios argentinos!’ Análisis de las estrategias discursivas de etnicización/ Nacionalización de los ranqueles en una situación de frontera.

Ya puedo resumir todo lo dicho en dos párrafos. Mi intención es reflexionar sobre la construcción de la identidad ranquel en el contexto general de una guerra interétnica en la frontera de un estado en formación. Con este objetivo analizaré tres textos. a) Una Excursión a los Indios Ranqueles, escrita por Lucio V. Mansilla (de mayo a setiembre de 1870), b) la Memoria de la Expedición al Desierto presentada al Ministro de Justicia, Culto e Instrucción Pública por el R.P. Fray Domingo Burela (25/5/1870) y, c) la Relación entregada al Padre Visitador de la Orden de San Francisco por el Prefecto Padre Marcos Donati por el Capítulo del año 1871 (12/8/1871).

La tesis que quiero discutir con ustedes es la siguiente. La posibilidad de consolidación de un estado nacional depende del establecimiento de alianzas tácticas con grupos que manifiestan proyectos de poder antagónicos al del grupo dominante. Estos procesos de hegemonía se dan tanto entre fracciones del grupo dominante como entre éste y grupos dominados. La historia secular del campo interétnico en la región que hoy llamamos “pampa”, tuvo por efecto la conformación de una frontera de guerra cerca de estos pagos, en la que dos poblaciones se enfrentaban, pactaban, se distinguían y confundían. Unas fueron llamadas “ranqueles”, otras “argentinas”.

Los que creían y les era permitido y hasta obligado a creerse que eran “argentinos” imaginaban –simplifico- dos formas de la figura ranquel. Una, era la del indio muerto. Otra, era la del indio argentino. Estas imágenes estaban disponibles en diversos grados y situaciones para cada “argentino” en esa frontera -aunque no eran lo mismo, como veremos, un comandante de frontera, un misionero y un cura bolichero- y alternaban como discursos de exterminio y de humanismo.

Lo que yo analizaré son textos humanistas. Textos que pretendían construir a los ranqueles como indios argentinos o como indios cristianos. Son discursos que deseaban incluir en el cuerpo de la nación naciente y de la iglesia evangélica a estas poblaciones. Para ello, debían diseñar perfiles ranqueles que los hicieran merecedores de clemencia y salvación. Sin embargo, la redención que buscaban para esos grupos que se creían y les era permitido y hasta obligado a creerse que eran “ranqueles”, implicaba posicionarlos como subalternos en todos los órdenes sociales, pero sobre todo en el de las identidades. Para ser salvas, esas poblaciones deberían someterse a una máquina discursiva que siempre les recordaría -desde la misión, la escuela, el ingenio, la estancia- su pecado original: son argentinos y cristianos, pero no olviden que llevan en su frente la marca de la indianidad.

Axel Lazzari

[2] Antropólogo. Universidad de Morón, Universidad  de Buenos Aires.

 

 

CARLOS MAYOL LAFERRERE (maylafer@ranqueles.com)

 

CRONOLOGÍA INDIOS RANQUELES

1775-1790

 

Establecimiento de los pehuenches ranquilinos en el Mamuel mapu


1790-1820

Cacicazgo de Carripilum

1796. Tratado de Paz de la Laguna del Guanaco
1806. Paso de Luis de la Cruz por el Mamuelmapu
1807. Visita a Liniers
1819. Tratado de Paz en Chranantue con F.Chiclana
1820. 13 de marzo - Muerte de Carripilum


1820-1836

Yanquetruz y Pichuin. Payne y Carrane

1825. Tratado de Paz de la laguna del Guanaco
1828. Arribo de Yanquetruz y Pichuin a la pampa
1831. Manuel Baigorria pide asilo a los ranqueles
1833. Campaña de Rosas contra los ranqueles
1835. Campaña de Rosas contra los ranqueles
1836. Matanza de La Carlota
1836. Muerte de Yanquetruz

1836-1844

Cacicazgo de Payne

1840. Tratado de Paz con Córdoba y Bs. As.
1844. 15 de septiembre. Muerte de Payne


1844-1858

Cacicazgo de Callvunao o Calban

1854. Tratado sde Paz con Urquiza en Aillanco
1855. Muerte de Pichuin. Lo sucede Baigorrita
1855. Muerte de Pichuin. Lo sucede Baigorrita
1857. Invasión a Mulitas
1858. Expedición de Emilio Mitre y muerte de Callvunao

1858-1877

Cacicazgo de Mariano Rosas

1859. Ranqueles participan en la batalla de Cepeda
1861. Deserción de Coliqueo y Manuel Baigorria
1862. Expedición del Cnel. Julio de Vedia. Fin de la paz
1863 a 1866. Cruentos malones
1870. Visita de Mansilla a Leubuco
1872. Tratado de Paz
1877. 18 de agosto. Muerte de Mariano Rosas

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