25 años han pasado de aquellos días que me encontraron desahuciado, perdiendo todos los campos afectivos al que un juicio de insanía quiso poner sello lapidario.

Sin embargo, la Vida ya había preparado destinos agrarios para hospedar esa ruina que a poco de concluir los cuatro años de tramitaciones de separación matrimonial, vieron Alba cada día, abriéndome a otra luz.

Recuerdo en el segundo semestre del año 84 un sueño recurrente que me refería a poco conocería la piedra preciosa. Así fue que el 1° de Enero del 85 la descubro sentada en mesa de familia amiga.

Los veinte años y las obras que siguieron y los breves textos extraídos del libro "La Viga de Cruce" dan cuenta de la trascendencia que tuvo este encuentro mágico cargado de la mayor identidad.

Magia del amor vincular fecundada en preservados y velados antiguos aprecios familiares.

 

 

 

Estos relatos fotográficos y escriturarios que siguen acreditan la locura que envolvió y aun envuelve mi vida en estos prados.

También descubren la afectividad recibida; la espontaneidad con que fue traducida esa afectividad en obras; y la privacidad elementalísima que hizo posible a este campo eurístico manifestarse activo durante 20 largos años.

Sin usar la cabeza, sin presupuestos ni compromisos otros que acompañar la generación y recuperación de afectos. Materia prima de los destinos que la piedra preciosa traía consigo.

Relatar de estas materias por quien ha sido siempre sorprendido y jamás acusó en sus obras virtuosismo, cabe que descubra sin remedio la estructuración primaria de los mismos.

 

 

 

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